miércoles, 25 de enero de 2012

[...]Casi inmediatamente, soñó con un corazón que latía. 
Lo soñó activo, caluroso, secreto, del grandor de un puño cerrado, color granate en la 
penumbra de un cuerpo humano aún sin cara ni sexo; con minucioso amor lo soñó, 
durante catorce lúcidas noches. Cada noche, lo percibía con mayor evidencia. No lo 
tocaba; se limitaba a atestiguarlo, a observarlo, tal vez a corregirlo con la mirada. Lo 
percibía, lo vivía, desde muchas distancias y muchos ángulos. La noche catorcena rozó la 
arteria pulmonar con el índice y luego todo el corazón, desde afuera y adentro... J.L. Borges

3 comentarios:

  1. Grandes textos, grandes personas, grandes tardes. Un relato único, pero para únicos, vosotros.

    ResponderEliminar
  2. Un relato único es cierto, pero más sabroso al compartirlo con personas con tanto talento como vosotros, en ese tiempo las horas no transcurren...

    ResponderEliminar
  3. Eres un amor de persona, Ana. No cambies nunca.

    ResponderEliminar