[...]Casi inmediatamente, soñó con un corazón que latía.
Lo soñó activo, caluroso, secreto, del grandor de un puño cerrado, color granate en la
penumbra de un cuerpo humano aún sin cara ni sexo; con minucioso amor lo soñó,
durante catorce lúcidas noches. Cada noche, lo percibía con mayor evidencia. No lo
tocaba; se limitaba a atestiguarlo, a observarlo, tal vez a corregirlo con la mirada. Lo
percibía, lo vivía, desde muchas distancias y muchos ángulos. La noche catorcena rozó la
arteria pulmonar con el índice y luego todo el corazón, desde afuera y adentro... J.L. Borges
Grandes textos, grandes personas, grandes tardes. Un relato único, pero para únicos, vosotros.
ResponderEliminarUn relato único es cierto, pero más sabroso al compartirlo con personas con tanto talento como vosotros, en ese tiempo las horas no transcurren...
ResponderEliminarEres un amor de persona, Ana. No cambies nunca.
ResponderEliminar