viernes, 10 de febrero de 2012


Ofelia. John Everett Millais. 1852 

En crespa tempestad del oro undoso


En crespa tempestad del oro undoso 
nada golfos de luz ardiente y pura 
mi corazón, sediento de hermosura, 
si el cabello deslazas generoso. 

Leandro en mar de fuego proceloso 
su amor ostenta, su vivir apura; 
Ícaro en senda de oro mal segura 
arde sus alas por morir glorioso. 

Con pretensión de fénix encendidas 
sus esperanzas, que difuntas lloro, 
intenta que su muerte engendre vidas. 

Avaro y rico, y pobre en el tesoro, 
el castigo y la hambre imita a Midas, 
Tántalo en fugitiva fuente de oro.
Francisco de Quevedo



Preguntábase con osadía la razón de esperanza que albergaba en hueca apariencia, sembraba grácilmente gotas de rocío ensangrentadas, que destilando arremetían contra fauces de hierro, ¡que insolencia! [...]

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