martes, 28 de febrero de 2012

My Treasure has a name

Porque no lo merezco, nunca lo hice.
Era una flor, feliz y orgullosa de su libertad;  rodeada de flores altas y esbeltas que habían perdido su pureza, convivía en la misma tierra. Ellas la contaban lo asombroso del mundo que habían visto, cuando dulce era el proceso; cuán larga la espera y cuan hermoso el tiempo.

Ignorancia y autosuficiencia. Se decía a sí misma: no hay mejor lugar ni mejor altura que ésta en la que me encuentro.
No sabía, no entendía. Como marioneta de sus propios pensamientos; ejercían de juez en sus decisiones.

Dolor, espinas crecieron en su tallo. No se empapaba de la lluvia ni de los rayos de sol que la alcanzaban.
Pobre flor, y pobre abeja. La abeja pasaba hambre. La flor enferma.

Como última opción decidió  abrir los ojos, despedirse de lo que un día llamaba imprescindible, orgulloso estado, autosuficiencia amada, horizonte de la libertad.

Un dia, después de la lluvia, salió el sol, y le dijo a la abeja: Tú eres mi tesoro

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