Y ya no tengo mas que esperar, nada con qué entretenerme
C. Monet. Impresión Aterdecer. 1872
Una luz tenue corresponde y logro ver la grácil cortina que va formando la lluvia al caer.
Solía mirar tras el cristal, cada día, a la misma hora, ilusa por conseguir ver la sombra del eco.
Aquel día mi corazón presuroso corrió al diván, premiaba el deseo, el tiempo era propicio y la sala acompañaba en su silencio, podría esperar.
-Mientras, en la espera pensaba en aquello que fue un día, dos podrían haber sido, pero no fue. Pensaba en la incapacidad de realizar lo mas deseado, en la espera de lograr aquello por lo que apenas se ha luchado en fuerza mas la confianza engrandecía el poder hacer-
El motor me hizo volver a la realidad, un gélido espinar atravesó mi corazón, algo era diferente, podía sentirlo. He sabido agudizar un sexto sentido que constriñe lo mas puro. Mientras, la sombra iba aproximándose y supe que no sería grato, su andar, su semblante, todo hablaba menos sus labios. Pude leerlo en el brillo de sus ojos, fuerte ante el dolor reprimió las lágrimas.
Lágrimas que finalmente brotaron al tocar mis labios, los suyos rasgaban los rayos de un atardecer que pedimos fuera eterno.
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